Madurar antes de tiempo
La soledad de un colectivo frágil, los menores extranjeros no acompañados
Vida | 07/01/2011 - 01:20h
Se les conoce con las siglas MENA(menores extranjeros no acompañados) y forman un colectivo engorroso para la Administración, que se debate entre la necesidad de regular el desbordado flujo migratorio y su deber de ampararlos por su condición de menores. Su realidad jurídica y social se refleja en un informe elaborado hace unos meses por Unicef España y el Consejo General de la Abogacía española que lleva por título Ni ilegales ni invisibles.
"El fenómeno migratorio no es nuevo ni acabará con la crisis", afirma Marta Arias, directora de políticas de infancia de Unicef, quien explica que "surgen nuevos problemas, por lo que la legislación debe apresurarse y adaptarse a la realidad". "Y, sobre todo –añade–, hay que tener en cuenta que son niños antes que extranjeros y sus derechos deben estar por encima del interés de un Estado". Para ella el mayor problema no es que falte una garantía legal, "sino que en la práctica no se respeta".
Algunos chicos viven o han vivido en centros tutelados, otros se han escapado porque consideraban que no les trataban bien y han cambiado o esperan cambiar de ciudad en busca de algo más de suerte; los hay que se quedaron en la calle el día en que cumplieron los 18 años, sin recibir el prometido regalo de una documentación en regla al que tenían derecho como menores tutelados; a otros les han expulsado con sólo 16 o 17 años, acusándolos de portar documentación falsa.
Muchos delinquen, sobre todo en las ciudades más grandes, donde andan perdidos en la nebulosa de la cola, la droga de los niños pobres. Otros comparten pisos de emancipación que paga la Administración, donde disponen de cama y comida, y asisten a cursos formativos. Pero no saben qué harán cuando se acabe la ayuda si no obtienen los papeles que les autorizan a acceder a un empleo. Los que han tenido más suerte hablan de un asistente social, de una oenegé o de algún amigo que han encontrado en el camino y sin los que, aseguran, no hubiesen salido adelante.
Desde la fundación Raíces, que trabaja en la defensa jurídica de menores inmigrantes, el abogado Nacho de la Mata denuncia que "es absurdo invertir en formar a un menor inmigrante si al cumplir los 18 años se le deja en una situación irregular". "Cuando la Administración incumple la ley pone en la calle a menores que se han formado en el sistema de protección y a los que se ha dedicado un dinero público", concluye.
http://www.lavanguardia.es/vida/20110107/54098490972/el-restaurante-mugaritz-incorpora-a-un-joven-marroqui-que-no-tenia-empleo-ni-vivienda.htmlEl restaurante Mugaritz incorpora a un joven marroquí que no tenía empleo ni vivienda
El chef de Mugaritz dice que no le han regalado nada, ¿él lo ha dado todo¿
Vida | 07/01/2011 - 01:15h
A Lhoussaine Fingoun le faltaban tres meses para cumplir los 16 años cuando decidió dejar a su familia en Marruecos y subirse a una patera rumbo a España. Su historia, como la de muchos MENA (menores extranjeros no acompañados), está plagada de obstáculos: tras un periplo por centros de menores en diferentes ciudades, tuvo que abandonar el último al cumplir la mayoría de edad y acostumbrarse a vivir en la calle, peripecia que, según explica, casi siempre compartió con algún amigo, "porque es mucho más peligroso encontrarte solo".
Mientras estuvo tutelado por la Administración no consiguió que le arreglaran los papeles. Confiesa que para hacerse con el primer permiso de residencia compró un contrato de trabajo por 1.300 euros a un tipo con el que en realidad jamás llegó a tener una relación laboral. Y que en una ocasión sus padres pidieron un préstamo a un pariente que había emigrado a Francia para que él regresara a casa. Pero cuando volvió a encontrarse con los suyos se dio cuenta de que poco podía hacer por ellos sin dinero, por lo que volvió a probar suerte en España. Trabajó una temporada en los invernaderos de Almería. Luego pasó por Alicante, Valencia o Bilbao, pero en ninguna de aquellas ciudades las cosas le fueron bien. "Con los 18 euros que me quedaban, compré algo de comida y gasté los últimos seis euros en un billete para San Sebastián. Al llegar me pareció que era una ciudad hermosa". Allí vivió cuatro meses en casas abandonadas, en un cajero o al raso. Cuenta que una noche en que iba a quedarse con un amigo en una casa desocupada, este tuvo un mal presentimiento y decidió dormir en la calle. Esa madrugada a él lo despertaron los golpes de la policía. A raíz de aquella agresión se puso en contacto con SOS Racismo, de la que asegura haber recibido un gran apoyo.
La suerte de Lhoussaine cambió el día en que el cocinero donostiarra Andoni Luis Aduriz, cuyo restaurante Mugaritz (Errenteria) está considerado uno de los mejores del mundo, se interesó por su historia y le ofreció, nada más conocerle, la oportunidad de incorporarse a su equipo. Desde finales del pasado mes de junio comparte la vivienda anexa al restaurante con los cocineros y camareros en prácticas procedentes de todo el mundo que llegan para formarse durante un tiempo a las órdenes de Luis Aduriz. Susana Nieto, mano derecha del chef, cuenta que "a la semana de estar aquí se sabía la carta y mostró un interés tan increíble por aprender que enseguida era uno más de nosotros". También Joserra Calvo, jefe de sala que durante los últimos meses se ha ocupado personalmente de su formación como camarero, elogia la capacidad de aprendizaje y las ganas de mejorar de Lhoussaine, que atiende las mesas con una gran profesionalidad. Hace unos meses no sabía lo que era la alta cocina ni que existiera un mundo de aromas, sabores o texturas. "Pensé que era un mundo de ricos. Pero lo que más me impresionó al principio es encontrarme entre personas que me trataban como en mi vida nadie lo había hecho". Hay días en que siente cierta tristeza por los amigos que siguen en la calle (a alguno lo ayuda económicamente), e incluso ha llegado a pasarle por la cabeza que no merecía la suerte que ha tenido. "Aquí no regalamos nada", explica Luis Aduriz, quien asegura que si él no lo hubiese dado todo, hoy no estaría donde está. "Mugaritz funciona con el trabajo de 60 personas y el fallo de una sola de ellas estropearía el esfuerzo de todo el equipo".
El chef considera a Lhoussaine un ejemplo de superación. "Aunque parezca mentira, él nos está dando mucho más de lo que nosotros le podamos dar a él. A mí me ha tocado ser el motor, y ver cada día sus ganas incansables de aprender y su sonrisa me contagia ilusión". "Nosotros –concluye Susana Nieto– vemos problemas donde no los hay. Él no".
Los chavales cuentan su historia
Durante varios meses el Magazine ha recorrido diversas ciudades españolas para recoger los testimonios de chavales que llegaron a España siendo menores y que han madurado a marchas forzadas para adaptarse a la difícil aventura de la inmigración en solitario. La mayoría confiesa que engañaron por partida doble a sus padres: primero escapándose de casa, porque de otro modo no les hubieran dejado marchar, y luego mintiendo cada vez que hablan con ellos para contarles que todo va bien y pronto mandarán dinero a la familia. Casi todos afirman que algún día volverán, pero sólo cuando tengan trabajo y el ideal que los trajo se convierta, aunque sólo sea un poquito, en realidad. La oportunidad de Lhoussaine, el traumático viaje del joven guineano Mamadou, la desesperanza de Samir, la rebeldía de Lothmae o la ilusión de ser escritor de George son algunas de las historias que aparecen en el Magazine del próximo domingo y que reflejan el sueño, muchas veces desdibujado, de unos chavales que se marcharon de casa en busca de una vida mejor.
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