Amina Bargach, 2008
1. Presentación
Para introducir esta contribución, estimamos de interés hacer previamente una alusión breve a la metodología utilizada. Nos referimos al enfoque sistémico relacional que a nuestro parecer lo consideramos pertinente para el tema que nos ocupa, esencialmente por dos razones:
la primera, porque hace más comprensible nuestro proceder respecto al tratamiento del sujeto de este encuentro, es decir el menor migrante sin referente adulto en el país receptor, la segunda consiste en nuestro deseo en querer transmitir y compartir con los estudiosos y los intervenientes psicosociales implicados de un modo u otro en el devenir de estos menores, el interés del enfoque sistémico por las perspectivas que abre cara a la reflexión, el esclarecimiento, así como la elaboración y la organización -sobre todo por parte de los trabajadores psico-sociales de base- de unas actuaciones adaptativas a las exigencias globales de los contextos sociales en general y a las necesidades especificas de los menores en particular.
En lo que nos concierne el objetivo de esta presentación esta articulado en dos dimensiones, ambas indisociables e interdependientes, por una parte, la necesidad de explicar -de un modo escueto naturalmente-, en qué consisten las ventajas anteriormente mencionadas del método en cuestión, y por otra parte aclarar nuestra posición al respecto.
En este sentido nos vamos a referir a las ventajas del enfoque sistémico-relacional, concretamente a una por considerarla relevante para el caso que nos ocupa, se trata de la visión compleja del ser humano que viene contemplado no como ente abstracto extraído de su matriz social, sino como ser social ubicado dentro de unos contextos sociales en los que él es parte integrante e interactiva. Así las cosas, el menor migrante debe ser conceptualizado y percibido como un ser social contenido y en posesión de redes sociales complejas.
En este caso, una vez visualizado el menor migrante como sujeto dentro de una red social compleja, podríamos anticipar una nueva definición en la que el menor quedaría caracterizado como un sujeto menor con pertenencias sociales múltiples.
En lo que concierne los menores migrantes procedentes de Marruecos éstos están caracterizados por una doble pertenencia, por un lado, la pertenencia al sistema social de procedencia, donde el menor inició una socialización en el seno de un sistema familiar. Dicho sistema social de procedencia ejerce unas funciones altamente cualificadas, desde la protección, hasta la socialización, haciendo una mediación funcional entre el menor y el tejido social de pertenencia. Es curioso observar como el menor, aún distanciado físicamente de su sistema social de procedencia, mantiene un apego fuerte, manifestado por la intensidad de los afectos y por el sistema de lealtades hacia su sistema socio-familiar de procedencia, constituyendo un sólido y a veces un doloroso « equipaje » que choca con la no visibilidad del nuevo entorno social que sigue considerándolos "no acompañados". Estas denominaciones traducen la concepcion tan errónea que se tiene de estos menores al considerarlos «solos» y «no acompañados».
En esta doble pertenencia a la que nos estamos refiriendo, el segundo aspecto se centra en el sistema social receptor donde el menor está ubicado, cumpliendo la tarea de completar su socialización-emancipación en busca de construir un proyecto de vida que le ha sido denegado en el país de procedencia. Este menor está necesitado de una confirmación social tanto en un sistema como en el otro. En ambos sistemas el menor influye y es influenciado, esto es así de tal modo que cualquier intento de comprender los comportamientos de éstos menores permanecerá incomprensible al menos que ubiquemos dichos comportamientos dentro de las interconexiones de los sistemas sociales que constituyen su nueva y compleja pertenencia. Tampoco serian viables las intervenciones que no incluyan en sus estrategias el provocar cambios no solamente en el menor sino también en los contextos sociales de éstos menores.
Es curioso el hecho de que justamente en esta doble y compleja pertenencia deriva la originalidad y la especificidad de estos menores. Al mismo tiempo y con asombro, pensamos que de esta complejidad de pertenencias deriva paradójicamente la incomprensión de la que son objeto estos menores por parte de adultos que se suponen deben ser protectores/cuidadores de estos menores
Es probable, que esta incomprensión encuentre su explicación en unas resistencias que los adultos oponen al cambio de la percepción que tienen de estos menores, que irrumpen inesperadamente, nos deslumbran, nos cuestionan poniendo en evidencia, nuestras incompetencias para dar resoluciones más acordes a las necesidades de nuestro tiempo y nos cuestionan en tanto que profesionales, padres, educadores, investigadores, políticos, etc…
Por otra parte al ubicar a los menores en una red social de pertenencia múltiple introducimos la dimensión de la complejidad del proceso y de este modo el sujeto a tratar se convierte en sujeto complejo, requiriendo resoluciones también complejas con un nivel de implicación equilibrada, alternando la empatía con el rigor de una educación adecuada y capaz de proporcionar al menor la posibilidad de completar su socialización dentro de un contexto marcado por el buen trato.
Es evidente que estas tareas no pueden ser llevadas a cabo sin un esfuerzo de varios actores y varias disciplinas en un continuo movimiento de reconstruir y elaborar unas intervenciones novedosas y más creativas.
Una de las tareas reparadoras que el adulto puede desarrollar con el menor migrante es justamente la utilización de esta doble pertenencia con todo el potencial terapéutico, educativo que contiene con la condición que el nuevo adulto de referencia sea capaz de identificar y vencer sus resistencias y dejarse guiar por el pequeño-gran viajero que tiene cerca. Es necesario acompañarle y confirmarle en sus pertenencias y tratar éstas con esmero, poner orden en su historia, contener sus angustias y permitirle crecer sin quemarle etapas y sobre todo no hacerle daño atacando su familia.
2. Los contextos sociales de pertenencia del menor migrante
Es obvio que la comprensión del comportamiento de los menores encuentran un sentido solamente dentro de su red social, así intentaremos sobrevolar de un modo escueto tanto el contexto social del país receptor como del país de procedencia (Marruecos), para ubicar al menor intentando responder a la gran pregunta de los organizadores de las jornadas: ¿Es la integración de los menores migrantes sin adulto de referencia un reto para la educación intercultural?
3. La sociedad receptora
En primer lugar quisiera aclarar nuestra elección por la utilización de la sociedad receptora en vez de sociedad de acogida. Este término presupone unos juicios de valor generadores de malentendidos y culpabilidades por el hecho de sin que previamente se hayan dado las bases para que dicha sociedad pueda decidir si quiere acoger o no, hay una imposición y una homogeneización. Por este motivo, el uso del término "sociedad receptora" nos permite hacer una aproximación más neutra permitiendo aproximaciones de más rigor.
Es en el seno de la sociedad receptora donde el proceso de la migración se desarrolla, donde se complementa la socialización de los menores y donde queda de manifiesto cómo está la sociedad.
En las sociedades modernas observamos a nivel global el impacto del derrumbamiento de los marcos de referencia comunes, quedando al descubierto los límites y la relatividad de las certezas de la filosofía de la ilustración y la primacía del pensamiento científico.
Esta gran sacudida, coincide con el proceso de mestizaje de las culturas ya iniciado con los grandes descubrimientos del Renacimiento, continuándose con las colonizaciones y actualmente acelerado bajo el impacto de la globalización.
A pesar del impacto devastador de la mundialización económica sobre el ser humano, sobre sus relaciones y su ecosistema, mantenemos la firme convicción de que el presente, por más desolador que sea, lleva dentro el germen de su propia transformación. Dicho de otro modo, es posible que de tantas ruinas provocadas por la destrucción de tantas certezas heredadas puedan emerger nuevas reconstrucciones, tanto de la persona como de lo social, basadas éstas en unas reglas compartidas sobre la base del reconocimiento de las competencias particulares de cada uno, vehiculadas estas reconstrucciones mediante unas relaciones interhumanas creadas sobre la base de la negociación, la reconciliación y la complementariedad.
Tal vez entonces podamos tener unas condiciones que hagan posible, de momento, a nivel de microgrupos –como contexto privilegiado de nuestras actuaciones- podamos intervenir en este mundo que nos toca.
4. La sociedad de procedencia
Del mismo modo que rechazamos el término "sociedad de acogida", aquí también preferimos utilizar sociedad de procedencia en vez de sociedad de origen, concepto éste excesivamente utilizado muchas veces como una forma de perseguir al migrante con el origen, privándole del derecho de participar en la reconstrucción de un presente y de proyectarse hacia el futuro.
En el país de procedencia Marruecos, se da el fenómeno de la coexistencia de la emigración de mujeres y de menores y al mismo tiempo se da la migración transnacional, haciendo de Marruecos la frontera de control y contención de los migrantes subsaharianos.
Ante la degradación del ecosistema social y natural, la carencia de unos proyectos de vida atractivos para los menores, el deterioro de la escuela pública a favor de la privada, el fallo de la familia como factor de integración entre otras causas, se dan condiciones para que los menores se desarrollen en una parantalidad traumática, pero según mi experiencia es importante el hecho de saberse desde una temprana edad privados del derecho de salir hacia Europa. Esto es vivido por los menores como una injusticia que priva al menor hasta del sueño y de la fantasía de soñar con coger la mochila y marcharse.
En medio de todo este caos irrumpe un nuevo sujeto social: el menor. Su presencia no deja indiferente a nadie, representa un desafío para la sociedad de procedencia y para la sociedad receptora precipitando aun más la crisis de los sistemas de protección, de integración y su inadaptación respecto a la población desvinculada de las sociedades desarrolladas y democráticas.
Por todos estos motivos es interesante reflexionar sobre la pregunta que se hacen los organizadores: ¿La integración del menor migrante sin referente adulto en el país receptor es un reto universal para la educación intercultural? Esta petición es pertinente y compleja. Además pone de relieve mis propias necesidades y expectativas de cara a este encuentro, es decir, por una parte el espacio reúne todas las condiciones necesarias para profundizar en la comprensión del tema propuesto, y por otra parte, pone en juego mi implicación emocional y profesional, si están o no en condiciones de cohabitar con otros actores sociales en tanto que terapeuta, aprovechar un espacio idóneo donde pueda poner a prueba mis reflexiones y mi implicación de mi parte ha requerido un esfuerzo para organizar mis ideas, no solamente por responder, sino también por beneficiarme de un espacio que considero como alternativa en un mundo incierto.
- En primer lugar, conviene definir éstos menores, contribuyendo de este modo a su visibilidad.
- En segundo lugar nos tendríamos que preguntar qué sentido tienen para nosotros estos nuevos sujetos sociales
- En tercer lugar nos tendríamos que preguntar qué representan
Los menores en cuestión, constituyen un grupo de seres humanos expuestos potencialmente al riesgo social por la travesía violenta de un mundo sociocultural a otro, dicha violencia se exacerba por el hecho de no contar el menor con un adulto de referencia, capaz de hacer de enlace, que sea un adulto de referencia benevolente y conciliador que pueda hacer de enlace para la introducción en el mundo receptor.
El peligro viene dado la carencia de un enlace, de un verdadero manager, capaz de acompañar el menor, prestarle una escucha y reivindicar en su lugar una visibilidad en tanto que sujeto.
Referencias bibliográficas
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